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El nuevo cliente de She-Hulk, Wong, demanda a un mago por uso no autorizado de las Artes Místicas.

La semana pasada hablamos de como era necesario admitir que She-Hulk: Defensora de Héroes no es más que una serie de entretenimiento y que su virtud es que sus creadores están conscientes de esto y por lo tanto no llevan lejos sus pretensiones. Sin embargo eso no es suficiente para hacer una gran serie y los primeros tres episodios de She-Hulk rondaban entre lo decente y lo bueno a secas, y sería una lástima que la serie se conformara con ese nivel.

Bueno, pues el cuarto episodio que se acaba de estrenar nos dice que puede que este no sea el caso y She-Hulk tiene oportunidad de mejorar. Este cuarto episodio es por mucho el que se siente más concreto en cuanto a su formato y tono, se siente verdaderamente como una sitcom sobre una mujer moderna lidiando con su trabajo y su vida como superhéroe.

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Lo que hace que el concepto se sienta tan sólido en este episodio es que por fin encuentran una forma en la que todas las facetas de la vida de Jen Walters colindan y la obligan a tomar decisiones no del todo adecuadas sobre el uso de sus poderes. Justo lo más interesante del episodio es como profundiza un poco en las preocupaciones de Jen acerca de su identidad como She-Hulk, la cual parece estar tomando el mando de su vida.

Apenas estamos por llegar a la mitad de She-Hulk: Defensora de Héroes, pero desde este momento podemos decir que es la única que está hecha para la televisión y que es genuinamente entretenida. Ojalá que de aquí en adelante, los episodios sean iguales o mejores que este. Bueno, si acaso lo que hizo falta fue algo polémico para molestar a los haters.

SHE-HULK: ATTORNEY AT LAW

 

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