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Seis años después. Con una repentina crisis de sucesión en Driftmark, Rhaenyra intenta llegar a un acuerdo con Rhaenys.

Creo que cada semana queda más claro que House of the Dragon no es simplemente igual de buena que las mejores temporadas de Game of Thrones, probablemente ya sea mejor. Si la duda ya estaba ahí con los episodios anteriores, es el octavo el que hace que la comparación sea difícil, pues

Siguiendo una fórmula similar al episodio anterior, este capítulo sucede en una cantidad reducida de secuencias, habiendo dos claves que ocupan en conjunto al rededor de la mitad del metraje del episodio. Largas secuencias en las que como ya es característico de la House of the Dragon, hay que poner gran atención en las miradas de los personajes que expresan más de sus intenciones que sus palabras.

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La tensión de este episodio de construye a partir de la toma de una sencilla decisión, pero cuya conclusión tendría graves implicaciones para el futuro del reino, se puede decir que no tiene una respuesta correcta. Una vez más es el bando de la princesa Rhaenyra el que sale beneficiado, lo cual nos hace pensar que las cosas solo pueden ir peor de ahí en adelante. Eso es hasta que la secuencia del clímax llega y el Rey Viserys hace una melancólica intervención que por fin nos permite ver algo de paz y felicidad dentro de este conflicto familiar.

Por supuesto que la calma no es para siempre, de hecho hay un juego de percepción dentro de esta escena, pues por el lado de los adultos vemos a la familia en proceso de reconciliación, sin embargo del lado de los jóvenes los conflictos que sus padres les han heredado y que entre ellos han creado siguen presentes y una vez que Viserys no está presente, se vuelve imposible esconderlos, poniendo a todos en una desagradable situación. La dirección de Geeta Vasant Patel funciona justamente por esos sutiles cambios de punto de vista dentro de una misma escena, en lugar de ser simples reacciones. El trabajo de la guionista Eileen Shim también debe ser remarcado por la fluidez y fuerza de los diálogos que son el elemento principal de este episodio.

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Mucho he mencionado a Viserys y con mucha razón, este es su capítulo, un personaje que si bien nunca ha tenido cualidades heroicas ni de líder, tampoco es un villano. Se puede decir que solo es un trágico hombre mediocre, pero que de alguna forma se ha ganado la simpatía del público, por eso verlo en el estado al que llega en este episodio es desolador. Paddy Considine ha hecho un gran trabajo al interpretarlo a lo largo de la serie, pero este episodio logra que sintamos las emociones conflictivas del personaje y su agonía física.

Ya estamos por llegar al final de House of the Dragon y después de lo excelente que fue este episodio se ve difícil que el resto lo pueda superar, pero eso hemos pensado ya antes y resulta ser posible. Es por mucho de lo mejor que hay en televisión en el momento y de años recientes.

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