Reseña | ‘La Ballena’ (The Whale)
Una historia sobre la bondad y el egoísmo.

Basada en la obra The Whale de Samuel D. Hunter. Cuenta la historia de Charlie, un hombre con obesidad que pasa sus días recluido en su departamento y se sostiene con la ayuda de su amiga y enfermera Liz. Es ella quien le informa que la decadencia de su salud ha llegado a un punto crítico y no le quedan más que unos cuantos días de vida. En lugar de buscar salvarse a si mismo, Charlie se pondrá en contacto con su hija Ellie a quien no ha visto en 8 años para tratar de reconectar con ella antes de que sea muy tarde.
Después de ser ovacionada por seis minutos en el Festival de Venecia, La Ballena de Darren Aronofsky se convirtió en una de las películas más esperadas del año pasado, en especial porque marca el regreso triunfal de Brendan Fraser a la actuación y bien podría ser el próximo ganador al Oscar. La Ballena es toda una sensación y por fin se encuentra en salas de México.
Entre los elogios, La Ballena también ha causado en algunos reacciones no esperadas, como calificaciones de gordofóbica y manipuladora, categorías con las que en un inicio de la película tal vez habría estado de acuerdo, sin embargo creo que Aronofsky toma un riesgo con la perspectiva de su historia que rinde frutos mientras más se acerca a su conclusión.
El director nos introduce al mundo de Charlie desde su punto de vista, un mundo tan pequeño que es prácticamente solo la sala y cocina de su departamento, donde pasa la mayor parte de su día, todo lo que vemos que sucede en ese espacio y sus al rededores siempre es a través de su propia perspectiva.
Es así que Aronofsky desde la primera escena nos muestra en Charlie un hombre patético, incapaz de valerse por si mismo, pero ante todo optimista y bondadoso. Es por eso que los personajes que lo rodean, por más que quieran ayudarlo o no, son vistos como egoístas e incluso crueles desmedidamente, como en el caso de su hija Ellie. Así al mostrar a un personaje bondadoso en un mundo agresivo, parece que está siendo castigado con una condición física mortal por querer mostrarle al mundo una forma diferente de ser, poniendo encima el bien de los demás antes del tuyo.
Es fácil quedarse enganchado en esta visión moralina que tortura a su protagonista. Pero es justo en el momento crítico, donde Charlie está siendo tratado con más agresividad, que su perspectiva por fin cambia, que se da cuenta del gran error que está cometiendo. Aronofsky confía en que el público observará con cuidado este cambio de la visión del personaje, que comprenderá que su condición física no es un castigo, ni propio de Charlie ni de una fuerza mayor. Su enfermedad es tan solo el síntoma de un molestar causado por el peor de sus rasgos, el egoísmo, todo lo que ha hecho hasta este punto de la historia ha sido pensando en sí mismo y nada más. Cuando Charlie por fin deja atrás sus intereses, encontramos que sí hay algo de bondad en esta historia de miseria, solo que no es la que él ni el público esperaba.
Así es como Aronofsky con La Ballena nos pregunta ¿Qué tanto se es bondadoso por poner adelante a los demás y que tanto se es bueno por buscar redención, por buscar un perdón divino? Pues resulta que las personas que más creemos altruistas pueden ser todo lo contrario y así los que parecen más egoístas pueden llegar a ser los más generosos.
Habrá quien se pierda en la crueldad y el melodrama, sin encontrar algo valioso en el trabajo de Aronofsky, pero quien se deje llevar por su discurso terminará siendo conmovido. Aún más cuando por el trabajo de su elenco, Hong Chau con sus constantes cambios de calidez a frialdad, Sadie Sink escondiendo su vulnerabilidad en gestos agresivos y por supuesto Brendan Fraser, quien en cada escena, cada toma, pone dolor, preocupación y hasta alegría real, es claro que es un trabajo muy personal para el actor y se merece ser aclamado por este. La Ballena es una experiencia tortuosa, sí, pero que nos deja con un poco de esperanza.
Título original: The Whale
Dirección: Darren Aronofsky
Guión: Samuel D. Hunter
Elenco: Brendan Fraser, Hong Chau, Sadie Sink, Ty Simpkins y Samantha Morton
Cinéfilo, crítico, swiftie y procrastinador profesional.