8 de diciembre de 2023
El verdadero reinado de terror americano, reseña de "Los Asesinos de la Luna".

El verdadero reinado de terror americano, reseña de "Los Asesinos de la Luna".

Pocas veces me he adentrado a la lectura de libros que relatan eventos reales con un toque de drama y narrativa puesto que no es el tipo de literatura que suele llamar mi atención. Y debo decir que, desafortunadamente, por ello es que quizás he dejado que joyas como este texto se escapen de mis manos.

Soy amante de las buenas historias. Amo que los escritores me mantengan enganchado entre sus páginas con personajes pasionales y fuertes aunque con humanidad; con tramas ricas en descripción y tejidos coherentes; situaciones complejas y emocionantes, pero compuestas por elementos suficientes que hagan que uno sienta que le pertenecen.

Pero debo admitir que este texto, del escritor e investigador David Grann, ha despertado en mí un nuevo interés en la rama de la literatura: aquella que reporta hechos reales y te muestra momentos verdaderos en la historia humana que la marcaron de por vida y le dieron un giro a lo que pudo ser, siendo que muchos de esos eventos, por lo general, fueron tan catastróficos que se ganaron el derecho de dejar de ser ignorados.

Los que hemos estudiado algo de historia sabemos que muchos de los pasajes de la vida estadounidense han quedado marcados por la injusticia y la impunidad. Aunque bueno, no es como que un país como México se pueda jactar de no tener hechos similares.

Sin embargo, algo que tanto nuestra gente de antaño como los primeros pobladores de la “tierra americana” pueden compartir es el dolor de verse desarraigados de sus hogares por la llegada de gente extraña que, de la noche a la mañana, y en su ansia de poder, arrasó con todo y sin permiso.

De esos eventos tenemos miles en la historia de este continente. No por nada somos el que más celebraciones de Independencia tiene en todo el mundo, seguidos muy de cerca por África y Asia, por lo que podemos entender cómo se siente liberarse del yugo de un tercero.

Aunque hay muchos eventos de los que las sociedades de primer mundo no hablan. Mucha gente piensa que después de esas guerras de independencia y esos enfrentamientos por conseguir voz y voto en el nuevo status quo del lugar en donde se reside, las cosas simplemente pasan a ser como mano en guante de seda. Y, en realidad, la historia nos dice que ocurre justo lo contrario.

De eso mismo nos habla este libro, que visibiliza una tragedia que ocurrió en una época alejada de nuestra actualidad por casi un siglo, pero tan cercana para tanto descendiente que la vuelve indispensable para el conocimiento del mundo entero.

Entre los años 20 y 30, en Estados Unidos, se suscitaron varias muertes en el interior de una de las pocas comunidades indias que quedaron en el país: los Osage. Un pueblo rico en cultura, tradiciones… y en dinero, ya que, tras haber sido despojados de sus tierras, fueron asentados en un espacio que, al poco tiempo, le dio al país muchos de sus más importantes pozos petroleros.

Y como los Osage se convirtieron en dueños legales de las tierras en donde se encontraron dichos yacimientos, al gobierno gringo no le quedó de otra mas que pagarle al poblado una subvención mensual para poder expropiar el oro negro.

Cualquiera pensaría que los Osage vivían en la gloria con tanta riqueza, pero vamos: ¿realmente podemos imaginar que la gente blanca en el poder permitiría que un cúmulo de indios llegará a lo más alto de su sociedad así como así? La respuesta más sensata sería: ¡pues claro que no! Y es ahí en donde encontramos el origen de nuestra historia.

Los indios Osage fueron obligados por el gobierno gringo a tener un tutor legal que administraría sus finanzas luego de que se declarara a todos y cada uno de ellos como personas con poca capacidad para poder hacerse cargo por sí mismas de su dinero. Algo así como lo que vivió Britney Spears con su familia, para citar un caso actual.

Por lo tanto, tenían que “declarar” cada dólar que necesitaban y pedir permiso para usarlo, así fuera para comprar un chicle (que en ese entonces no valía ni medio centavo de dólar, pero ustedes entienden la idea). 

Algunos de ellos la tenían relativamente fácil, ya que, si se casaban con un blanco o tenían conexiones familiares de este estilo, regularmente esas personas pasaban a convertirse en sus “tutores financieros” y eso les permitía tener más libertad con su dinero, pero… esto siempre fue un arma de doble filo. Y los asesinatos cometidos en la época del “reinado de terror“, como los Osages sobrevivientes lo llamaron, pudieron constar al respecto.

Porque la ambición de muchos blancos siempre ha sido tan grande como sus egos. Y dicha ambición los llevó a idear planes demasiado maquiavélicos para cualquier persona con un mínimo grado de decencia y moral: se casaban con indios Osage simplemente para poder conseguir derechos sobre sus riquezas, y luego buscaban la manera de deshacerse de ellos para transformarse en los amos y señores de todo.

Hoy día suena impensable que algo así pudiera ocurrir, afortunadamente porque hay más personas que han luchado porque se respeten los derechos humanos de las minorías, pero en aquel entonces, como el libro bien lo hace constar, era más fácil que “persiguieran a alguien por haber golpeado a un perro que por haber matado a un indio“.

La familia protagonista en estos casos lúgubres es la de Mollie Burkhart, una india Osage que perdió a su madre y a sus tres hermanas, justamente, por el complot ideado en su contra por parte de su esposo, Ernest, y la mente maestra detrás de todo el plan: el tío de su marido, William Hale.

Hale fue considerado durante mucho tiempo como el “Rey de la colina Osage“, debido a que ideó de sí mismo un personaje que aparentemente siempre buscó apoyar a los indios de cualquier manera posible, creando para ellos desde escuelas y clínicas públicas, hasta generando empleos en los que ellos pudieron invertir sus riquezas para, aparentemente, generar muchas más.

Pero la historia nos ayudó a ver el verdadero rostro de ese hombre, quien orquestó muchos asesinatos de personas a las que dijo querer y respetar simplemente para hacerse cada vez más rico.

No ahondaré mucho al respecto porque para eso existe el libro; solo diré que entre más avancé en el mismo y fui conociendo los movimientos y planes de Hale, más sentí que el tipo bien pudo haber sido primo hermano de genocidas como Adolfo Hitler sin problemas.

Es triste ver cómo hay humanos que permiten que su esencia vaya desapareciendo con cada billete o moneda, física o virtual, que van añadiendo a sus cuentas bancarias. Pero lo que es más triste aún, a mi parecer, son dos cosas: una, darse cuenta de que esa buena esencia en realidad nunca existió, y todo fue parte de una pantomima bien ejecutada; y dos, conocer los rostros que fueron afectados, como daño colateral o directo, por la ambición de aquellas personas.

Este libro es un réquiem para aquellos Osage que desafortunadamente perdieron la vida por tener una cuenta bancaria a rebosar y que nunca pudieron gozar de todo; por aquellos que tuvieron que perder la existencia dos veces, la primera cuando fueron desalojados de sus patrias, y la segunda cuando abandonaron sus cuerpos por la injusticia; y es una denuncia contra aquellos blancos que han manchado de sangre inocente a la historia del mundo, para que ninguno de nosotros olvidemos que el ser humano puede convertirse en el peor monstruo jamás inventado.

El texto me encantó y me dolió a partes iguales, porque entre más avanzaba en sus páginas, más llegué a sentir a sus personajes como gente a la que alguna vez conocí. Pude ver sus rostros como si se tratase de un recuerdo, y no de una recreación de mi imaginación. Y pude sentir su dolor cada vez que tuvieron que pasar por el mismo proceso de pérdida una, y otra, y otra, y otra vez.

Libros como este, que toman demasiados años en crearse y contienen las visiones de cientos de personas, son demasiado necesarios para el mundo, al igual que las historias que yo mismo amo.

Porque, por un lado, los relatos nos ayudan a visualizar universos que existen dentro de nosotros y coexisten gracias a la imaginación. Y, por el otro, las historias reales nos ayudan a no olvidar a aquellos que, en su momento, también le dieron al mundo momentos increíbles que prevalecerán en su alma y corazón, al igual que en la de aquellos a quienes tocaron en vida, y en la descendencia que luchará para que los sigamos recordando.

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