“A Thousand Suns”, Linkin Park y el álbum dedicado al terror de una guerra nuclear
Una invitación para que le den una oportunidad al álbum que se atrevió a hablar del terror a una guerra nuclear.

Retro reseña musical.
Linkin Park | “A Thousand Suns“
La cita “Ahora me he convertido en la muerte, el destructor del mundo“, ¿Aún resuena fuerte en tu mente, tras dos semanas del estreno de Oppenheimer de Christopher Nolan?
Si la respuesta es “sí” entonces, estás en el lugar indicado, ya que el miedo a la guerra nuclear es sin duda, el escenario bélico que más temor nos debe infundir como raza, pues a diferencia de la bomba atómica, las bombas de hidrógeno sí son capaces de quemar la atmósfera y conducir a la humanidad a experimentar un invierno termo-nuclear, da miedo, ¿no? Pues en 2010 Linkin Park lanzó un álbum experimental y conceptual en el cual plasmaron su miedo a dicha guerra nuclear, en un producto que se cocinó en los NRG studios de Los Angeles California desde 2008, producido por su vocalista y cofundador Mike Shinoda y Rick Rubin con quien ya habían trabajado en “Minutes to Midnight” de 2007.
A 15 años de que se empezara a trabajar en él, hoy haremos un recorrido por las canciones del cuarto material de estudio de los creadores del icónico “Meteora“.
The Requiem: Una pista que se sostiene con base en el crescendo hecho por un sintetizador que recuerda a las notas de tensión utilizadas en las películas de terror, crea una atmósfera de tensión que se ve potencializada con la entrada de samples de las demás canciones del álbum, cuenta con un coro femenino hacia su final el cual repite “God save us everyone, from be burning inside the fire of a Thousand Suns,for the sins of our hand,the sins of our tongue, the sins of our father,the sins of our young“, (cita al Bhagavad Gītã, citado por J. Robert Oppenheimer en sus declaraciones posteriores a la detonación de la bomba atómica), mientras la tensión del sintetizador llega a su punto máximo.
The Radiance: Una pista cuya base es un sample de percusión y sonidos electrónicos, que acompañan a destiempo el discurso del Doctor J. Robert Oppenheimer, en el cual rememoró las reacciones al momento de detonar la bomba atómica en la prueba Trinity, en julio de 1947, donde lo primero que dijo tras el éxito, fue la cita del texto sagrado hinduísta Bhagavad-Gita “ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”, siendo este punto de la grabación el clímax y final de la pista.
Burning in the sky: Una canción que habla de las llamas que consumirían al mundo en este escenario, el perder lo que no merecíamos, tener que encontrar la manera de adaptarnos al nuevo mundo y resignarnos a extrañar lo que más valorábamos y que, en nuestro afán de poder, terminamos por destruir.
Empty Spaces: Pista instrumental que replica la estática de un radio el cual recibe múltiples señales al mismo tiempo.
When They Come for Me: La quinta pista del álbum se centra en las figuras anárquicas que surgirían en el páramo frío, desolador, inhabitable y catastrófico en el que se convertiría la tierra, líneas de rap hechas por Shinoda donde la figura “rebelde” le dice en la cara a las autoridades que pelea por la supervivencia de la humanidad mientras ellos intentan atraparlo. Se trata de aquellos que toman decisiones difíciles y son mal entendidos como héroes.
Robot Boy: La sexta canción es la respuesta de la gente que ha escuchado el llamado hecho en When They Come for Me, la reunión de sobrevivientes para permanecer unidos y fuertes, mandando un mensaje de esperanza, pues no somos los únicos peleando por el bien y que siempre habrá quien salga a pelear con nosotros.
Jornada del muerto: Una pista de sintetizador donde Shinoda repite en japonés el puente de salida de The Catalyst, “Lift me up, let me go” en este caso “mochiagete, tokihanashite”, la pista sirve de preludio a Waiting for the End.
Waiting for the End: Una canción movida, es el estilo más puro de Linkin Park con música electrónica, rimas raperas de Shinoda y la armoniosa voz de Bennington, una letra que habla de las consecuencias de la exposición a una bomba atómica, el encontrarse al filo de la muerte, preguntarse qué quedo en pie tras el fuego, darse cuenta que lo que parecía correcto estaba mal, aferrarse con todas las fuerzas restantes a lo que no se tenía y se acababa de encontrar.
Blackout: Si Waiting for the End se refiere a la sensación humana de desintegrarse por dentro, Blackout es la descripción del mundo yéndose a las tinieblas, a nivel material y a nivel social, habla del desmoronamiento de la sociedad en medio de un apagón, traiciones inesperadas, abandono y nulo apoyo. Un ritmo alegre, pero letra desgarradora, y aquí finalmente aparecen los screams de Chester, tan característicos de la banda.
Wretches and Kings: Una canción muy fuerte que habla de la confrontación por recursos para subsistir, violentos enfrentamientos entre privilegiados y ciudadanos comunes, los de arriba empujando a los de abajo, los de abajo jalando a los de arriba, con la intención de despojar a los poderosos de sus recursos, intimidación con más detonaciones nucleares, además del temor a un avance tecnológico ultra acelerado y fuera de proporción.
Wisdom, Justice and Love: Fragmento de un discurso de Martin Luther King que se tituló de la misma manera, en el cual el activista criticaba los daños que la guerra de Vietnam, a través de las armas biológicas (más en específico el Napalm), le estaban causando a la sociedad, la canción remarca con una voz robótica la última línea del discurso, repitiendo, “Cannot be reconciled with wisdom, justice and love” (no puede ser reparado con sabiduría, justica y amor).
Iridescent: La canción más sentimental del álbum, expone el temor a encontrarse en total soledad tras el caos y tener que sobreponerse a las circunstancias para seguir adelante, a pesar de sentir el peso del mundo en los hombros o no contar con nadie que nos salve. Dejar ir aquello que ya no podemos rescatar.
La canción apareció en el soundtrack de Transformers: The Dark Side of the Moon (2011) de Michael Bay.
Fallout: Una canción que retoma el coro de Burning in the Skies, más lento y prácticamente a capela, solo acompañada de una suave melodía de órgano, recalca que nosotros destruimos nuestro mundo y que perdimos lo que no nos merecíamos.
The Catalyst: La canción del arrepentimiento, el dolor que causa perder todo y solo tener recuerdos, aceptar el juicio por los crímenes, retoma la primera parte de la cita realizada al Bhagavad-Gita, la cual aparece en The Requiem, una canción que sentencia como definitivos los hechos transcurridos dentro del álbum, sin vuelta atrás, pero con esperanza de poder reconstruir el mundo.
The Messenger: La última canción del álbum, plantea un panorama en el que ya se aceptó la posibilidad de seguir adelante en el nuevo mundo, a no huir de los problemas y enfrentarlos, en la que la nostalgia no es una debilidad, sino la fuerza que podemos tomar de nuestro corazón para no dejar de amar, para seguir siendo buenos, nos recuerda que los recuerdos nos pueden sacar por un momento de un mal rato, que debemos escuchar a esas viejas voces que nos llevarán de regreso a casa y a nosotros mismos.
Un álbum muy agradable, mayormente conformado por ritmos electrónicos sin dejar de lado la esencia metalera de la banda, para quienes lo escuchen por primera vez en su vida, será una buena puerta de entrada a la discografía de la banda, pues junto al “One More Light“ (2017), es un material amistoso y no tan áspero o rudo como sus 3 predecesores, o el “Living Things” (2012) que lo sucedió en la cronología de lanzamientos de la banda, un material que logra crear tensión y esperanza cuando así lo requiere, la temática de un mundo azotado por una guerra nuclear es sumamente original y realista, sin duda un disco que se debe escuchar por lo menos una vez en la vida.
- Linkin Park
- A Thousand Suns
- 2010
- Warner Bros. Records
- Productores: Mike Shinoda y Rick Rubin
- Voces: Mike Shinoda y Chester Bennigton
- Guitarras: Brad Delson y Mike Shinoda
- Bajo: Dave Farrell
- Batería: Rob Bourdon
- Teclados, samplers, sintetizadores, pianos y programación: Joe Hahn y Mike Shinoda.
Un mago jamás llega tarde, Frodo Bolsón, tampoco temprano, sino precisamente cuando es el momento.