Reseña | ‘Depredador: La Presa’
Un perfecto complemento a la película original.

Ambientada en el mundo de la Nación Comanche a principios de 1700, es la historia no contada de una joven guerrera altamente calificada, desesperada por proteger a su pueblo del peligro inminente. Ella acecha y finalmente se enfrenta a su presa, que resulta ser un depredador alienígena altamente evolucionado con un arsenal técnicamente avanzado, lo que resulta en un enfrentamiento cruel y aterrador entre los dos adversarios.
La saga de Depredador tiene muy mala reputación, muchos de sus fans estarán de acuerdo en que solo hay una buena película, la original, y el resto van de regular a puro desperdicio. Para mi ese tipo de comentarios siempre me había detenido de saber de esta franquicia más allá de Alien vs. Depredador que era un clásico de la tele abierta, pero esto cambió con la noticia de que Dan Trachtenberg estaba trabajando en una precuela, Depredador: La Presa, la cual ya ha estrenado en Star+.
La primera película de Depredador es un golpe a la industria militar estadounidense que en ese momento se había colocado sobre centro y sudamérica para detener el crecimiento del comunismo. Un fuerza tan poderosa que se vuelve indefensa ante las habilidades de un alienígena. Para derrotarlo hay que recurrir a las habilidades básicas del ser humano para sobrevivir.
Desconozco la propuesta del resto de las películas de la saga, pero la primera virtud de Depredador: La Presa es que su intención claramente es seguir explorando los mismos temas. De ahí que se situé en la tierra de Norteamérica en proceso de ser colonizada y que siga la historia de una joven comanche y su tribu. Un lugar y tiempo en el que justamente se recurría más al instinto que a la tecnología, pero si ya se nos había dicho que esa es la forma de vencer al depredador ¿Entonces cuál es el punto de esta película?
Es ahí donde entra Naru, la protagonista, quien en mi opinión es la heroína (y entre héroes también) con el arco más solido que he visto en cine por muchos años. Cuando la conocemos, su ambición de convertirse en una cazadora es superada por su carencia de aptitudes, lo interesante es ver como poco a poco con pequeños detalles se va convirtiendo en una cazadora audaz. Es tarea también del espectador ir reconociendo estas lecciones con tal de estar a la par de los planes de Naru.
Sin embargo, el arco de esta heroína no sería de gran uso si no fuera también tan emocional y el peso de esa labor lo tiene Amber Midthunder quien nos hace sentir la frustración y la impotencia de Naru y como a lo largo de la película, eso que la hace vulnerable ante el peligro es lo que la impulsa a tener valor de enfrentarlo. Una actuación brillante que requiere de mucho esfuerzo físico mientras sin perder de vista el lado humano que la hace conectar con la audiencia.
Todo esto está detrás de lo que parece ser una sencilla película de acción y terror, Trachtenberg no distingue ambos géneros en su dirección sino que los desarrolla a la par con maestría. Así construye una cinta que en todo momento te mantiene en constante ansiedad, incluso cuando sabemos que el resultado será bueno, pues el peligro es palpable gracias a la conexión que hay con los personajes y que su Depredador está en su apariencia más cruda y actitud más sádica.
Depredador: La Presa tiene un concepto perfecto que se alinea con el de la original y una heroína muy especial que se quedará grabada en la cultura popular. Una película tan brutal que es una lástima que hayamos tenido que verla en casa, pues la verdad es que su impacto habría sido mucho mayor en una sala de cine. Aún así, esta será la única entrega de la saga de Depredador que tendrá la misma relevancia a futuro que la original.
Título original: Prey
Dirección: Dan Trachtenberg
Guión: Patrick Aison
Elenco: Amber Midthunder, Dakota Beavers, Stormee Kipp, Harlan Blayne Kytwayhat, Michelle Thrush, Geronimo Vela, Stefany Mathias, Julian Black Antelope, Mike Paterson, Troy Mundle, Nelson Leis y Dane DiLiegro
Cinéfilo, crítico, swiftie y procrastinador profesional.