fbpx

James es un escritor que no ha publicado en años y está buscando inspiración para su próximo trabajo mientras vacaciona con su esposa en la isla de Li Tolqa. Ahí conocen a la pareja Gabi y Alban, quienes los invitan a pasar una tarde con ellos, la cual termina cuando James atropella accidentalmente a un nativo de la isla. Ahí descubre que para pagar por su crimen un doble suyo será ejecutado. Resulta que Gabi, Alban y sus amigos aprovechan este método de justicia para hacer todo lo que les plazca en la isla y James quiere ser parte de ello. Sin embargo la impunidad no significa que no haya consecuencias de sus actos.

En la pasada edición de el Festival de Sundance, Brandon Cronenberg estrenó su tercera película, Infinity Pool, la cual fue muy bien recibida por los asistentes aunque también causó algo de polémica por sus imágenes altamente gráficas. Después de un par de meses ha llegado a salas de México bajo el nombre de Muerte Infinita y para nuestra fortuna, ha llegado con el corte original que Cronenberg presentó en Sundance. Sí, se podría hablar mucho de lo violenta y sexual que es Muerte Infinita, pero Brandon sigue los pasos de su padre David Cronenberg y busca que su cine sea más ‘serio’ que el resto de cine de terror y body horror (aunque ambos podrían estar de acuerdo en que no existe tal división). La premisa de la película es sencilla en palabras, pero una vez puesta en marcha se vuelve mucho más complicada y le da oportunidad a Cronenberg de hablar de diversos temas con esta.

Lo que Cronenberg nos muestra en Muerte Infinita es una representación hiperbólica del neo-colonialismo a través del turismo, estas personas pueden hacer lo que quieren, tratar a la gente como les plazca, matar y robar sin enfrentarse a verdaderas consecuencias. Es algo que de verdad sucede con extranjeros en países como el nuestro, un tema del que muy pocas veces se habla y por eso merecería ser explorado a profundidad para señalar estas conductas que son permitidas por las autoridades mientras haya un flujo de capital. Y aunque es un tema muy interesante, Cronenberg lo desarrolla al punto en que es casi puro contexto y su discurso se mueve a una perspectiva, aún de clases, pero más individualista y de ahí a una cuestión existencialista.

Cronenberg nos presenta a su protagonista, James, como un hombre común de clase alta, pero que mientras más conocemos de él, resulta que es un escritor fracasado, desempleado y sin dinero propio, vive bajo el cuidado de su esposa quien viene de una familia rica y poderosa. Una vez que se enfrenta a su mortalidad, se siente capaz de actuar y asimilarse al grupo de turistas de élite que con gusto lo reciben en sus actividades criminales y sexuales. Pero tarde o temprano tendría que quedarle claro a James que comportarse y lucir como una persona de elite no lo convierte en una y las dinámicas de poder comienzan a resurgir, recordándole que en un sistema de clases, personas como él tienen un lugar del que no tienen permitido moverse. Entre la exploración del neo-colonialismo, de las dinámicas de clases y la lucha contra el ser, Cronenberg cae en establecer varios temas y no encuentra una forma en que converjan naturalmente, más bien obliga a que lo hagan y nos deja con una película que en su conclusión más que impactante es desorientadora.

La disparidad en el discurso no quita el hecho de que Muerte Infinita es una película que sumerge a la audiencia en su caída a la más oscura depravación, que la obliga a seguir a sus personajes como testigos de sus actos. Cronenberg pone al espectador en un conflicto, pues como no hay juicio sobre sus actos, entonces no se sabemos si hay que preocuparnos por ellos o esperar a que sufran consecuencias reales. Así que los momentos más fuertes de Muerte Infinita, son aquellos que no solo causan disgusto o terror, sino que también nos dicen algo de sus personajes, de quienes son y lo que sienten. Aún cuando estos momentos son suficientes para crear una película transgresora, a Cronenberg no le basta con eso y crea montajes de imágenes violentas y sexuales que obviamente cumplen con su objetivo, pero se sienten como un sobre-esfuerzo del director para ser provocador y por lo tanto se sienten como una provocación vacía, hecha únicamente para dar asco a la audiencia.

Incluso cuando el discurso de Cronenberg se dispersa y a veces busca el shock fácil, Muerte Infinita sigue siendo una película en buena parte fascinante, además con Alexander Skarsgård como protagonista y Mia Goth dándolo su máximo, el espectador se queda con un tipo de experiencia que pocas veces tenemos hoy en día en la pantalla grande. Así que cualquiera que tenga el gusto por este tipo de cine, se encontrará con un ejemplar más que sólido.


Dirección y guion: Brandon Cronenberg
Elenco: Alexander Skarsgård, Mia Goth, Cleopatra Coleman, Adam Boncz, Jalil Lespert, Zijad Gracic, Thomas Krestchmann, Amanda Brugel, Jeff Rickets, Caroline Boulton y John Ralston

Deja un comentario