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Mientras las familias se reúnen en Driftmark para un funeral, Viserys pide que las luchas internas cesen y Alicent exige justicia.

Si bien la semana pasada se sintió que House of the Dragon había tenido un pequeño tropiezo con el apresurado inicio de la mitad de temporada, sin embargo con este nuevo séptimo episodio parece que la serie vuelve con mucha más fuerza y se convierte en el mejor hasta ahora.

Lo que hace especial a este episodio es que la mayoría de las escenas clave suceden en espacios amplios en los que todos los personajes pueden estar presentes, lo que nos permite tener diferentes reacciones y puntos de vista sobre un mismo hecho. Una vez más la tensión se construye a partir de las miradas y pequeñas expresiones, que son lo que nos dicen más de las intenciones de los personajes que cualquier diálogo.

La escena climax del episodio es quizá de lo mejor que ha sucedido en toda la serie, un punto de quiebre para una antagonista tan bien formada como Alicent Hightower. Probablemente no sea hasta ahora que muchos encontrarán simpatía por la personaje, que ha sufrido tanto a manos de la gente a su alrededor y que ahora vemos como de verdad le ha afectado. Olivia Cooke hace un excelente trabajo en reflejar esa personalidad calmada de Alicent que resulta ser solo un cascarón para una persona más agresiva.

Así mismo Rhaenyra se va alejando más y más de ser una  figura heroíca y se acerca más a un punto en el que ve sus intereses por delante de todo. Emma D’Arcy hace muy buen trabajo al mostrar ese lado despiadado de Rhaenyra que apenas se empieza a revelar. Sus mejores momentos vienen de la mano de Matt Smith, con quien tiene una química impresionante.

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Mirando hacia el futuro de la serie, es importante notar como Alicent ha pasado sus temores a sus hijos, creando aún más grave discordia entre su familia y la de Rhaenyra. Estas relaciones que de haberse formado bien podrían haber llevado por un buen camino a ambas familias, se han corrompido de tal forma que sus conflictos tendrán graves consecuencias, ya veremos en los próximos episodios como se lidia con esto.

Sin embargo, lo que pudo ser un episodio totalmente perfecto se vio manchado por un error garrafal. ¿Cómo podemos disfrutar de momentos épicos, dramáticos o de profunda tensión cuando no se puede ver nada? Por alguna razón se ha creado una tendencia de que las series de televisión se inclinan por fotografía de imágenes oscuras y House of the Dragon lo ha llevado muy lejos en este episodio.

Las imágenes son tan oscuras que llegan al punto de que es casi imposible de reconocer personajes o escenarios, haciendo que algunos momentos pierdan su fuerza y otros no se pueden ni disfrutar. Nada nuevo para el director Miguel Sapochnik que afortunadamente no dirige más episodios de esta temporada, lástima porque en otros aspectos su trabajo es impecable.

Aún con sus problemas, el séptimo episodio de House of the Dragon es un trabajo magnífico, que se solidifica con sus giros al final que más allá de ser simplemente impactantes, marcan el final e inicio de una de las subtramas más importantes de la serie. ¿Qué pasará en los tres episodios restantes? Ya lo sabremos en unas cuantas semanas, pero todo apunta a que será una conclusión extremadamente emocionante.

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