Reseña | ‘La Niña Callada’
Un profundo ejercicio de empatía.

Cáit es una niña que vive en la Irlanda rural a inicios de los 80’s, es la cuarta de cinco hijas y sus padres se encuentran en espera de un nuevo integrante de la familia. Ya que sus padres no tienen los suficientes recursos para prepararse para el parto y mantener al resto de sus hijas, deciden que enviar a Cáit a vivir con familiares lejanos, Eibhlín y Séan, una pareja mayor sin hijos. Una vez que Cáit comienza a vivir en su hogar temporal, se encuentra con un trato muy diferente a la frialdad a la que está acostumbrada con su familia.
Muchos en la niñez pasamos por un momento en el que sentimos que el lugar donde la nacimos no era el lugar indicado, que las personas que conforman nuestra familia no son con quienes congeniamos, una sensación que para muchos fue pasajera y para otros que nunca dejó de estar presente. Sea cual sea la situación, la emoción es reconocible en la historia de La Niña Callada, película nominada al Oscar a Mejor Película Extranjera que funciona como una fantasía en la que vemos lo que pasaría si en la niñez tuviéramos la oportunidad de conocer un entorno donde podemos desarrollarnos siendo nuestro verdadero ser.
En su debut en largometraje, el director Colm Bairéad nos pone en el lugar de una niña llamada Cáit, que como ya lo indica el título, es una niña muy callada, pero que compensa su falta de palabras con una gran habilidad de observación. Prácticamente todo lo que vemos en pantalla es desde los ojos de esta niña, pero a pesar de estar rodeada de un bello entorno natural, sus ojos se sitúan principalmente en el como es ella observada, la indiferencia y hasta aparente desprecio de sus tres hermanas mayores y de sus padres. Con unas cuantas imágenes, el espectador tiene bien claras las circunstancias en las que vive Cáit y parte de su magia es que le hace sentir el peso de su inmerecida soledad como si fuera propio, sin importar que no haya pasado por una situación similar a la de Cáit.
Una vez sumidos en el dolor de Cáit, Bairéad nos ofrece un alivio cuando nos introduce de lleno a su trama, cuando conocemos a la pareja que va a recibirla por unos cuantos meses en su hogar. Es ahí donde así como Cáit, sentimos que por primera vez en la vida conocemos lo que es un cuidado de verdad, lo que es una crianza con respeto, descubrir lo que es y como se siente la ternura. El director logra transmitirnos todo esto tan solo con acercar más la cámara a las acciones de los personajes, como si Cáit quisiera que la viéramos de una forma mucho más íntima, al punto en que podemos sentir lo que sucede en pantalla, cada cepillada de cabello, cada paso que Cáit da al correr, el agua que la limpia, todo se siente real.
Es con esta apertura a la calidez que los personajes encuentran una profunda conexión, mucho más de lo que se pudieron haber imaginado, una relación en la que consiguen lo que perdieron u obtienen lo que nunca habían tenido. Suena a una situación ideal y de verdad lo es, pero justo cuando Cáit y la audiencia nos dejamos llevar por lo agradable de esta situación, con todo y sus obstáculos, es ahí cuando Bairéad decide que es hora de traer la realidad de vuelta. Prácticamente sin darnos cuenta, la película estuvo construida para llevarnos a sus últimos minutos, donde nos recuerda que la vida no siempre puede ser como nos gustaría, que nunca es así de simple elegir lo que quieres. El punto final de la película es desgarrador porque nos confronta con lo que no pudo ser y lo que será, pero a la vez puede ser visto como alegre, pues hay cierto alivio en el cariño a las memorias de lo sucedido.
Con La Niña Callada, Bairéad nos presenta una película que se adentra en lo más profundo de nuestro interior para revivir la forma en la que sentíamos cuando aún eramos niños, cuando todo lo negativo era más intenso y más difícil de sobrellevar, pero también cuando lo positivo siempre nos maravillaba. Por eso La Niña Callada resulta ser un ejercicio de empatía como ninguna otra cinta, pues por unos cuantos minutos somos capaces de dejarnos llevar por las más simples de nuestras emociones.
Título original: An Cailín Ciúin
Guión y dirección: Colm Bairéad
Elenco: Catherine Clinch, Carrie Crowley, Andrew Bennett, Michael Patric, Kate Nic Chonaonaigh y Joan Sheehy
Cinéfilo, crítico, swiftie y procrastinador profesional.