Reseña | ‘La La Land: Una Historia de Amor’

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Mia es una aspirante a actriz de Hollywood que no logra terminar ni una sola audición sin humillarse a sí misma, Sebastian es un pianista desempleado cuyo objetivo es abrir su propio club de jazz, pero no puede evitar ser apegado al pasado. Por razones desconocidas, se cruzan varias veces hasta que comienzan a conocerse, descubriendo que ambos son soñadores que harían todo para completar sus metas. Ambos se dan apoyo en su camino, pero cuando el éxito se acerca, se pone en duda lo que siente el uno por el otro.

Hace un par de años, Damien Chazelle nos sorprendió con Whiplash, la cual fue alavada por los críticos y el público. Ahora ha vuelto para demostrarnos una vez más del gran talento y conocimiento que posee. La La Land es apenas su tercer proyecto y el hecho de que esté tan cerca de la perfección, es atribuible a la enorme pasión que Chazelle puso en ella.

La música de Justin Hurwitz tiene un sentimiento clásico muy energético, que inspira alegría al igual que las letras de las canciones, pero que esconden sutilmente una carga de melancolía; junto a las coreografías hechas en tomas extensas en diferentes planos, sincronizadas a la perfección con la música. Esto en conjunto y agregándole la fotografía que se conforma de una paleta de colores pasteles, que vemos en los escenarios y principalmente, en los vestuarios de los personajes, resaltando los que visten Mia y Sebastian; estos detalles le dan a la película el sentimiento surrealista en las partes musicales. Incluso nos hacen olvidar por varios momentos que la historia transcurre en nuestra época, pues la ambientación tiene una vibra de los años cincuenta.

Ryan Gosling y Emma Stone hacen un dúo magnífico, este es el tercer trabajo en el que participan juntos, lo cual ayuda mucho a que su química sea natural. Es increíble pensar que estos personajes no fueron escritos para ellos, pues los dominan completamente, la versatilidad con la que manejan las emociones le dan a sus personajes mayor profundidad y desarrollo más completo. Tal vez no sean los mejores cantantes ni los mejores bailarines, pero se nota que realizaron estas escenas con pasión. Ambos son el alma de la película.

La historia es sencilla, nada fuera de lo común, sin embargo, es la manera en que Chazelle ejecuta situaciones muy realistas, pero con un toque de surrealismo que le da todo el encanto. Separada entre las cuatro estaciones, cada una cuenta cierta etapa de la relación de Mia y Sebastian, comenzando con un amor  que con el paso del tiempo se transforma en indiferencia, el canto y el baile escasean y el romance se va perdiendo. Al terminar la película, nos deja un sabor agridulce en la boca, una extraña combinación de melancolía y positivismo, probablemente te sacará una lágrima o una sonrisa, o en el mejor caso, ambas.

Chazelle una vez más nos habla de lo que ama, el jazz, pero de un enfoque totalmente diferente a Whiplash, esta vez se centra en la nostalgia, el apego al pasado, incluso nos deja ver sus miedos acerca de cómo el público recibiría la película, sin embargo, logra traernos una película de un género que -al igual que al jazz- se le considera muerto. Así que en vez de entregarnos una película tributo al género, nos entrega una película del género musical, una balanceada combinación de tradición y evolución. Es una visión de la modernidad desde una perspectiva del pasado.

No es sorpresa que La La Land sea de las más queridas en esta temporada de premios, pues es una película muy completa en todo sentido y probablemente se quedará como un clásico moderno.

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