Reseña | ‘Coldplay: A Head Full of Dreams’

Un documental filmado a lo largo de 20 años que nos cuenta una historia de amistad, música y sueños.

Quien escribe esta reseña es un gran fan de la banda británica conformada por Guy Berryman, Johnny Buckland, Will Champion y Chris Martin, pero eso no impedirá que sea objetivo en su percepción de la cinta.

El documental fue filmado por el director Mat Whitecross (también responsable de Supersonic sobre la banda Oasis) durante dos décadas, pues conoció a los integrantes de Coldplay allá por finales de los 90’s cuando estudiaban en la University College London, incluso antes de que decidieran comenzar una banda. Es así como él se convirtió en el fiel de testigo de todas las andanzas del cuarteto en su trayecto en la escena musical: desde sus primeros ensayos, su primer concierto con el nombre de Starfish en un pub en Camden, su contrato con una gran disquera, hasta el último concierto de la enorme gira mundial A Head Full of Dreams en Buenos Aires.

Mirando estas antiguas grabaciones mientras escuchamos de viva voz de la banda lo que sucedió detrás, es poder entrar en el corazón de la agrupación y conocerlos a profundidad. La contraposición de las imágenes de los primeros años y la inclusión de clips de los conciertos de la gira más reciente, enriquece la experiencia permitiendo mirar el camino recorrido. Esto mientras escuchas a los adultos recordar con cariño los sueños de unos adolescentes que no tenían otra cosa que no fuera pasión por concretar sus sueños.

A pesar de ello, la cinta no está exenta de tropiezos como una edición sencilla sin ofrecer una experiencia más grande o propositiva. El montaje es sencillo y toca por la superficie muchos temas como la relación de los integrantes, que si bien es notoria la gran amistad y camaradería, pasa por encima de temas más oscuros como la temprana salida del baterista, los problemas de alcoholismo del bajista o el doloroso divorcio del vocalista. Si bien es entendible que la idea del filme es ser tan positivo y vivaz como lo dice su título, pudo haber mostrado una catarsis mayor sobre lo que vemos de la banda y lo que significa ser parte de ella, sin ahondar en escándalos ni amarillismo. Pero desaprovecha estos momentos para enfocarse en otros más alegres.

Parte del encanto del documental es poder ver el proceso de creación de los álbumes de la banda, saber qué significa para ellos cada era y cómo es que cada paso que daban fue para ir en la dirección correcta hacia aquello que se propusieron tantos años atrás. Esto se refleja en la gran dinámica y química notoria entre los cuatro en todo momento, pues el compartir durante más de 20 años un sueño se dice fácil. Es aquí donde se nota el verdadero punto de todo lo recolectado por Whitecross y su cámara: esta no es la historia de una banda, es la historia de cómo la amistad puede forjar lazos tan duraderos, cómo puedes formar una familia con aquellas personas que tú elijas y cómo los sueños más imposibles pueden cumplirse con mucha convicción, mucho más empeño y muy poco de suerte.

El golpe de realidad que crean las imágenes es alimento suficiente para convencer a cualquiera que nada está lejos de alcanzarse y que ninguna idea es tan loca o arriesgada para quedarse solo en el papel.

Aunque no seas fan de la banda, podrás disfrutar mucho la historia detrás de este proyecto y sentirte inyectado de energía y vitalidad gracias al trabajo del director, a las historias y obviamente a la música. Esto porque al final la cinta es una celebración no solo de Coldplay sino de la música, de la alegría, de la vida, de las metas, de la amistad, de la familia y sobre todo, de mantener nuestras cabezas llenas de sueños.

El filme fue exhibido en diversos cines alrededor del mundo solamente la noche del 14 de noviembre. Sin embargo, ya puede disfrutarse en la plataforma de Amazon Prime Video y puede ser adquirido en formato físico.