Libro VS Película | “Los Asesinos de la Luna”, una adaptación cargada de justicia
Dos complementos de la misma historia

Libro VS Película | "Los Asesinos de la Luna", una adaptación cargada de justicia
Llevar a la pantalla grande una historia llena de tantos detalles, giros de tuerca y emociones nunca es una tarea sencilla, y creo que cuando esa trama está inspirada en un hecho histórico de gran importancia para un sector social, las cosas se pueden volver aún más complicadas por las altas expectativas que genera y la responsabilidad que conlleva.
Eso es lo que más tuve en mente durante mi lectura de este reportaje de David Grann al recordar que unos días después de llegar a su fin vería el resultado que la ficción generó con su narrativa.
No obstante, también me mantuve mayormente tranquilo al tener en cuenta que quien estuvo a cargo de este material fue nada más y nada menos que Martin Scorsese, un grande de Hollywood y del cine intencional en general.
Y la realidad, al ver el largometraje, es que me sentí tan complacido porque creo que plasmó perfectamente bien los momentos más álgidos del texto, saborizados y aderezados con el increíble trabajo en pantalla de nominados y ganadores del Óscar como Leonardo DiCaprio, Robert De Niro y Jesse Plemons.
La película, como ya mencioné, se centra en los hechos más llamativos y resonantes detrás del asesinato de muchos indios de la comunidad Osage en Estados Unidos entre los años 20 y 30, enfocándose en dos de las mentes maestras detrás del complot: el empresario William Hale (De Niro) y su sobrino, Ernest Burkhart (DiCaprio), al igual que en la esposa de éste, Mollie Burkhart (Lily Gladstone), y en el comandante de los agentes del FBI que destaparon el caso, Tom White (Plemens).
Este caso, desafortunadamente, no tuvo el impacto sociopolítico que se habría esperado de él al tomar en cuenta que pertenece a la categoría de asesinatos en masa con móvil económico; más bien, lo contrario, y eso es lo que llevó a que tanto Grann como Scorsese decidieran reivindicar a las víctimas de este momento atroz, así como a las familias descendientes de varios de ellos a casi 100 años de lo ocurrido.
Como lo expuse en mi reseña sobre el libro, publicada hace varios días aquí, es triste darse cuenta la realidad que minorías como los pueblos originarios han vivido a manos de la gente con poder; haber sido despojados de sus tierras, de sus costumbres y modos de vida para tratar de mantener la paz con la raza blanca, solo para que éstos, de todas formas, buscaran la manera de quitarlos del mapa.
Los Osage jamás pidieron vivir lo que vivieron; ellos no eligieron asentarse en el lugar donde los blancos los arrimaron a vivir, ni sabían que ese espacio sería uno de los mayores yacimientos petroleros del país. Tampoco exigieron ganar los millones que ganaron por lo mismo, dinero al que ni siquiera podían acceder con libertad a causa de leyes retrógradas hechas por sus detractores.
Y, lo peor de todo, y el punto más importante que libro y película buscaron demostrar: mucho menos pidieron ser asesinados por gente blanca que se decía ser de su familia solo para quedarse con su patrimonio.
Me alegra que Scorsese le diera voz a esta historia y eligiera al elenco que la protagonizó para que, por fin, tuviera el gran alcance que bien merecía. Me alegra que ambos productos, a su manera y con sus propias estrategias, le rindieran homenaje a los pobres indios que fallecieron en una sociedad que se pintó como la gran luchadora por la justicia, defensora de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, mientras que tras bambalinas estaba librando su propio genocidio.
Al igual que cualquier historia de ficción inspirada en hechos reales, no todo lo mostrado en pantalla en esta cinta sucedió de la misma forma en la vida real. Scorsese y su guionista, Eric Roth, tuvieron que tomarse algunas licencias creativas para mantener la fluidez en la historia y ayudar al público a no perderse entre tanto hecho.
Ahí es donde el libro juega un papel muy importante, ya que, al no ser una novelización de lo ocurrido sino un reportaje, contó con muchísimas fuentes que ayudaron a reconstruir la línea de acción desde diferentes puntos de vista que respondieron al por qué, cómo, cuándo y dónde de la mayoría de los asesinatos y las implicaciones de los mismos, de una manera veraz despojada de dramatismo.
Un ejemplo de esto es la participación del FBI, que en la película se mostró de manera somera pero que, en el texto, se profundizó para reconocer la labor y los esfuerzos de los implicados, sobre todo de White, cuya historia de vida fue narrada a través de una breve biografía en una parte del escrito.
Pero hubo momentos que no estaban incluidos en el libro mas que como meros pasajes que la película sí profundizó, como un revés en el juicio contra Hale y Burkhart en el que este último se echó para atrás y cambió de bando creyendo que su tío y sus abogados le ayudarían a escapar de su sentencia carcelaria.
La cinta nos deja ver las amenazas de la gente de Hale contra Burkhart, la presión bajo la que éste fue puesto por tener que volver a mentirle a su esposa sobre la verdad tras el fallecimiento de muchos de sus familiares y amigos para mantener una buena relación con Hale, y la resolución al evento, ocasionada tras la pérdida de su hija menor, Anna.
Y las actuaciones de los protagonistas se dieron con tanta pasión y un gran nivel de profesionalismo, que un buen espectador no podría sentirse más que conmovido y emocionalmente conflictuado por lo que vio en pantalla al grado de creer que conoció íntimamente a los personajes y tomó bandos por cada uno de ellos.
El libro sí ayuda a sentir esa familiaridad con los personajes, pero de una manera más impersonal por estar narrado en tercera persona. Nos describe sus motivaciones, pero no hace que uno simpatice tanto con ellas como la película.
Hay muchos momentos que el filme dejó de lado para enfocarse en el punto climático de la historia, por lo que aquellos que quieran informarse aún más sobre qué ocurrió después del final del mismo, así como otros detalles detrás de las operaciones para dar con los responsables y conocer los casos que quedaron impunes (porque los hubo, y fueron muchísimos), debe referirse de inmediato al libro.
Yo no los veo como una competencia sino como complementos del mismo hecho, que se ayudan uno al otro para enriquecer la trama y generar una amplia conciencia sobre un acto que se mantuvo entre sombras durante casi un siglo. Ambos son productos de denuncia, y como tal deben ser tratados.
Y ambos, al final, lograron un cometido similar: llevar un poquito de luz de justicia hacia aquellos hermanos de la sociedad que nunca tuvieron la culpa de los actos cargados de ambición por parte de muchos monstruos disfrazados de caballeros de armadura impoluta.